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¿Cómo amar sin idealizar el amor? 

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Ariadna Cuyás

Psicóloga y psicoterapeuta de adultos en Rubí y Barcelona en Nalu Psicologia.

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La anticipación es una forma de afrontar la incertidumbre y tener un mayor control (percibido) de nuestro entorno.

Una guía sencilla que te ayudará a tener un amor saludable (¡Contigo!)

El amor es uno de los términos más idealizados en el último siglo. No paramos de buscarlo, de anhelarlo, de intentar encontrarlo. Pero… ¿sabemos qué es el amor? ¿O solo idealizamos lo que hemos aprendido que es? ¿O, tal vez, nos anclamos en un ideal contrario en el que las relaciones nos hacen esclavos?

Cuando hablo de amor, hablo de relaciones. No solo de una relación de pareja, sino de cualquier relación e intimidad con otro ser humano.

¿Cuáles son las bases de un amor saludable?

  1. Necesitamos la conexión social, la proximidad con otras personas y la intimidad compartida. 

No nos viene tan bien como dicen estar solos. Las relaciones promueven la supervivencia y la seguridad percibida en un mundo peligroso.

En aislamiento (entendiendo el aislamiento como ausencia de relaciones sociales) estos vínculos se empiezan a sustituir por otras soluciones menos saludables que nos ayuden a sentirnos mejor.  Por ejemplo, la comida, la compra compulsiva, las drogas, obsesiones….

No evolucionamos para ser humanos completamente autoregulados*, somos seres que dependen de la coregulación*. Necesitamos del otro para que nuestro sistema nervioso pueda enviarnos señales que nos hagan sentir seguros.

Pero aquí vemos el primer problema. Vivimos en una época en la que se pone énfasis en la independencia, en el ser individual. Encontramos relaciones en las que una intimidad sexual está bien, pero no hay disponibilidad para abrirse a más. Todo esto crea mucha confusión.

La apología a la independencia puede enmascarar la incapacidad para vincular, una conexión narcisista con nosotros mismos donde solo importan nuestras necesidades o una excusa para el libertinaje, y el egocentrismo.

En realidad, esto funciona como una forma de no entrar en contacto con nuestros miedos, con nuestro interior y con el otro. Nos cuesta sentirnos seguros en la intimidad con otra persona. Para poder tener una relación saludable hemos de ser conscientes de nuestros deseos de proximidad y protección. Aceptar esos deseos y los miedos que los acompañan.

  1. Para poder amar, primero hemos de volver a conectar con nosotros mismos. 

Para amar de forma saludable debemos ser autónomos. Sentirnos seguros estando solos sabiendo que podemos acceder a otros seguros si los necesitamos para regularnos.

El autoconocimiento fomenta la autonomía. Ser conscientes de nuestros estados internos, de los recursos de los que disponemos, y de cuáles son nuestras necesidades son bases importantes para construir relaciones sanas.

Tenemos que poder decirle al otro, estás seguro conmigo. Cuando nos sentimos seguros somos accesibles y podemos aproximarnos lo suficiente como para tener un contacto real con el otro y llegar a la intimidad compartida.

Cuando tenemos confianza podemos tener acceso a la interdependencia saludable. No nos sentimos amenazados en compañía y nos sentimos bien estando solos. No necesitamos al otro para estar bien y sentirnos completos. Escogemos estar con el otro de una forma libre, como forma de compartir nuestra intimidad, nuestro interior y nuestra vida.

Así que, si quieres tener relaciones sanas aprende a cuidar de ti. Ve a psicoterapia, conócete. Priorízate y acéptate tal como eres. Ámate a ti primero.

  1. Las relaciones amorosas (o no) deben ser reciprocas. 

El amor no es una vía de un solo sentido. Las relaciones reales y seguras son recíprocas. Me implico y te implicas de igual modo. Un intercambio de emociones auténticas.

Así, generamos lazos sociales saludables donde hay una intención de proteger al otro, a la vez que nos sentimos genuinamente cuidados. Ambos dan y reciben por igual. Existe un equilibrio.

La reciprocidad implica correspondencia con la afectividad del otro dentro de nuestros recursos. Está claro que las relaciones no son lineales, y que en determinados momentos uno dará más que el otro. Pero en la globalidad de la relación sana hay reciprocidad.

No estamos en una relación para salvar al otro. Tampoco para que el otro nos salve. Si sientes que el afecto, la escucha, la comprensión, la libertad o el respeto que tu das no es correspondido; vives una relación en la que no hay equilibrio.

  1. El amor implica generosidad y respeto

El respeto es el pilar sobre el que debería fundamentarse cualquier relación de intimidad. Somos seres distintos, y hemos de aceptar esas distinciones sin tratar de imponer nuestro criterio de cómo deberían ser las cosas. Rebajando las expectativas, poniendo en el otro lo que es del otro a la vez que nos hacemos cargo de lo que es nuestro.  Comprensión y aceptación son buenos comienzos para esto.

Dirigirnos a una atención que incluya al otro y que también nos incluya a nosotros. Acercarnos a otro ser humano comprendiendo que todos tenemos el mismo deseo de ser felices. Esa persona que está frente a ti, también.

Mindfulness utiliza la palabra Metta, traducido como amor benevolente o bondad amorosa. Se refiere a la cualidad de amar a otro ser humano, desde la generosidad, la empatía, la tolerancia y la amabilidad.

Sentirse conectado al otro viendo la persona que es y sin intentar cambiarlo.

  1. Amar necesita límites y acuerdos 

El concepto de amor incondicional a veces se confunde con el de amor en ausencia de límites. Necesitamos decirle al otro hasta dónde puede llegar. Lo que nosotros sentimos que son nuestras líneas rojas.  Dónde se rebasa el respeto.

También necesitamos ser conscientes de lo que daña al otro. Solo así evitaremos entrar en conductas de abuso que puedan perjudicar la relación. Asimismo, el otro necesita saber qué es lo que nos daña; para así no rebasar esa línea.

Cuando conocemos a alguien necesitamos ver si nuestros límites se ajustan en su mayoría. Esto es un proceso; pero es importante. En el concepto de amor romántico pensamos siempre en el inicio de la relación y en lo bonito que fue. Pero esto era una relación en ausencia de límites y acuerdos. Era una relación sin estructura de relación, lo que llamamos enamoramiento.

Pasada esa etapa es cuando realmente vamos construyendo nuestra identidad de pareja. Es cuando ponemos en marcha los puntos anteriores y vemos si el otro los pone en marcha de igual modo. También es cuando establecemos acuerdos coherentes con nuestras necesidades y valores. Por ejemplo, acuerdos respecto a la convivencia, al sexo, a la fidelidad o a la idea de familia. Así poco a poco se forja la identidad, aquello que definirá quienes somos dentro de la relación.

En esta parte es en la que se dan la mayor parte de juegos inconscientes y de manipulaciones. Queremos que el otro cumpla nuestro ideal y entramos en lucha porque eso sea así. Obviando la generosidad, el amor benevolente, la reciprocidad y perdiéndonos a nosotros mismos. Si esto pasa la relación ya no es un lugar seguro y pasa a ser lugar de sufrimiento y frustración.

Si estás en este punto da un paso atrás, busca ayuda. No te quedes en lo que fue y mira lo que ahora es.

Poner límites es amor, por ti y por el otro. En ausencia de límites ninguno es feliz.

Espero que estos puntos te ayuden a establecer relaciones sanas en adelante. A valorarte y valorar al otro de igual forma.  Recuerda algo: En el amor pueden transgredirse los límites a veces de forma accidental. Pero también desde el amor, usaremos el lenguaje para reparar: «Por favor» o «perdón» y «gracias». Cada transgresión de los límites debe convertirse en una oportunidad para la reparación sincera y también para el crecimiento de la relación.

Te recuerdo los ingredientes de las relaciones saludables: Intimidad compartida, conexión interna, reciprocidad, respeto y límites.

Búscalos y encontrarás amor saludable en tus relaciones.

Raquel Molero. Directora y Psicóloga en ARA Psicologia. Experta en estrés postraumático, trauma complejo y personalidad. Mindfulness, EMDR y Somatic Experiencing.

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