El primer paso es entender qué está ocurriendo. Para ello realizamos una evaluación inicial completa, en la que hablamos con la familia, revisamos la información del centro escolar y observamos directamente al menor para comprender cómo piensa, siente y se relaciona. Esta fase puede incluir pruebas diagnósticas o cuestionarios cuando son necesarios para tener una visión más precisa.

Cuando terminamos la evaluación, realizamos una sesión de devolución con la familia. En ella explicamos con claridad qué hemos encontrado, qué significa y qué necesita el niño o adolescente en este momento. Si es relevante, también ofrecemos un diagnóstico y resolvemos todas las dudas.

A partir de aquí diseñamos un plan de intervención personalizado, adaptado a su edad, ritmo y necesidades. La terapia puede combinar juego terapéutico, trabajo emocional, técnicas de regulación, intervención somática y espacios de acompañamiento más verbal en adolescentes. El objetivo es que encuentre un lugar seguro donde expresarse, sentirse comprendido y aprender a regularse de forma progresiva.

Durante todo el proceso mantenemos orientación a la familia, con pautas concretas para casa, apoyo en momentos difíciles y un espacio para entender qué está ocurriendo y cómo acompañarlo mejor.

Si es necesario, coordinamos el proceso con la escuela o con otros profesionales para asegurar un abordaje integral y coherente.

Todo el equipo se reúne semanalmente para revisar los casos, ajustar intervenciones y garantizar que cada paso del proceso esté alineado con el bienestar del menor.