Imaginad, por un momento, que en el trabajo de repente cambian toda la organización directiva, nos encontraremos con que el sistema ya conocido, que nos ofrecía seguridad y confianza, se modifica y fácilmente nos aparecerán sentimientos de duda, incertidumbre, temores, angustia. De este modo, con el mundo interior de un niño ante una separación ocurre algo parecido. Ante cualquier divorcio, los hijos se encuentran que su sistema familiar se “desmonta” tal y como lo entendían hasta el momento. ¿Ya no se quieren? ¿Ya no me quieren? ¿Qué pasará conmigo? ¿Con quién viviré? ¿He sido malo? ¿Papá y mamá estarán bien?
Dependiendo mucho de la edad de los hijos, del momento evolutivo del niño/a o del adolescente y de la fase del proceso de separación en que nos encontremos, puede haber diferentes consecuencias y riesgos. Aun así, en general, hay algunos sentimientos o comportamientos que pueden ser comunes en los hijos/as.
1. Dificultades para hablar de sus sentimientos, ya que están demasiado confusos para expresarlos. Aunque quieran a sus padres y quisieran expresar lo que sienten, a veces no están seguros de que sea recíproco. Si papá o mamá le quiere, ¿por qué ya no vive con él en casa?
2. Ansiedad, confusión, depresión, ira, regresiones (por ejemplo; volver a hacerse pipí en la cama, chuparse el dedo de nuevo, comportamientos más infantiles para su edad, etc.), bajo rendimiento escolar, fugas, quejas somáticas. Son síntomas que pueden aparecer, especialmente, en separaciones precedidas por conflictos entre los padres.
3. Comportamientos exageradamente buenos, que lleven a creer que la separación no les ha afectado aunque en el fondo estén muertos de miedo, ya que pueden temer que le abandonen a él. Por lo tanto, portarse extremadamente bien, para él o ella es una manera de asegurar que no lo vayan a abandonar.
4. Pueden experimentar culpabilidad. Según la edad del niño/a, se encuentran en fases muy egocéntricas ya que aún no han desarrollado del todo el concepto del «otro», así que suelen atribuirse la responsabilidad de todo, sea positivo o negativo, lo que les ocurre a ellos mismos, lo que ocurre en el entorno o a las personas de su alrededor.
No podemos olvidar que la familia es un sistema, un engranaje y si una de las piezas se ve afectada, todas experimentarán modificaciones. Además, el proceso de separación es un tránsito muy importante y a menudo complicado para quienes toman la decisión, los padres y madres.
Y CÓMO PADRE O MADRE, ¿QUÉ PUEDO EXPERIMENTAR?
En los padres/madres pueden surgir diferentes reacciones emocionales, sobre todo durante los primeros años de la separación. Ya que diferentes áreas de la vida de los padres se ven modificadas, generando altas dosis de estrés y además se puede experimentar un intenso sentimiento de pérdida de los hijos.
1. Se puede experimentar sintomatología depresiva, rechazo, ansiedad, irritabilidad y sentimientos de incompetencia.
2. Pueden surgir discrepancias educativas entre ambos progenitores, y que haya excesos de exigencia o por lo contrario, excesos de permisividad.
3. En algunas ocasiones, los padres pueden reaccionar con apatía hacia los hijos (falta de muestra de interés o emociones) y que acabe predominando una baja estima personal, aspecto que puede tener repercusiones conductuales y emocionales negativas en sus hijos/as.
4. A veces, los procesos judiciales se convierten en campos de batalla, reafirmando las propias virtudes y destacando los vicios del progenitor. Cuanto más dure el odio entre los padres más durarán los conflictos en el niño/a y más riesgo de desarrollar alteraciones emocionales o en la conducta habrá.
Retomando la metáfora del inicio, del mismo modo que si os ofrecieran la orientación de alguien que conoce los cambios del equipo directivo y que pudiera ayudaros a entender mejor la nueva estructura de la empresa, el soporte de un profesional, en el caso de que se detectara en el niño/a la expresión de algunos de los síntomas comentados anteriormente o a modo de prevención, facilitaría todo el proceso de asimilación del nuevo sistema familiar, tanto por parte de los hijos/as como por parte de los progenitores.
Coral Rodríguez
Psicóloga Infanto Juvenil.
Especialista en Bienestar Emocional Infanto-Juvenil. Trastornos de conducta y emocionales y Educación y Gestión emocional. Terapeuta Mindfulness.