En estos días estamos viviendo con angustia una situación de emergencia por el Covid-19. Una enfermedad que nos ha sorprendido y que ha requerido de medidas extraordinarias para intentar contenerla. Premia la incertidumbre, el desconsuelo y el miedo. Emociones válidas que nos avisan y acompañan en condiciones de amenaza y excepcionalidad.
Además de la situación sanitaria ante la pandemia por el Covid-19 se presentan preguntas sobre la continuidad laboral, la economía, los niños, la convivencia. Para familiares o amigos de enfermos es aún más difícil de sostener. La tristeza, la inseguridad por lo desconocido, el no poder estar al lado de los seres queridos si hay ingresos hospitalarios, hace que aumenten nuestros niveles de ansiedad y estrés. El exceso de información que satura y desinforma, no ayuda.
Sentimos miedo. Y el miedo tiene un valor incalculable para nuestra supervivencia. Nos prepara para la acción individual y como grupo, permite defendernos, apoyarnos y protegernos.
Pero el pánico, el pánico nos destruye como especie. El pánico es un miedo intenso con una conducta desorganizada. Es fácilmente contagioso en los grupos y tiene consecuencias catastróficas para todos. Genera una mayor situación de riesgo.
El pánico provoca acciones egoístas y poco colaborativas con los otros. Puede traducirse en “solo existo yo” “sálvese quien pueda”, por lo que iré al supermercado y compraré lo que no necesito, arrasaré con todo, aunque otra persona se quede sin cubrir su verdadera necesidad.
¿Qué puedo hacer ante esta situación de emergencia por Covid-19?
Que las circunstancias actuales no signifiquen aislamiento psicológico ni afectivo. Solo aislamiento y separación física para cuidarnos como grupo y salir fortalecidos.
Que el pánico no nos lleve a condenar a personas o grupos por tener la enfermedad. No miremos con ojos acusadores a quien tose, miremos con amabilidad y comprensión.
Cuando dejamos de percibir al otro como amigo, como parte de nosotros mismos, estamos perdidos. Si perdemos la compasión y la conexión social no tendremos ningún valor como humanos.
Podemos sentir miedo y colaborar entre todos. El miedo facilita la búsqueda del grupo y de los iguales para sobrevivir, necesitamos nuestra manada. Miremos a los ojos y reconozcamos en esa mirada a una persona como yo que también está asustada pero lucha por sostenerse. Miremos con amor aún en la distancia. Apelemos al sentido de comunidad. Seamos responsables.
Toma las medidas de higiene y sigue las indicaciones de las autoridades. Actúa de forma disciplinada. Mientras estás en situación de aislamiento organiza una estructura diaria que permita orientarte. Realiza las actividades que disfrutas en casa y dedica tiempo para ti y tu propio cuidado. Consulta fuentes fiables de información y disminuye la exposición a programas sensacionalistas y noticias falsas. Y principalmente, sigue siendo un buen humano.
Lisandra Quesada Martínez. Psicóloga 23401. Especialista en Psicología General Sanitaria. Especialista en Trauma Psicológico. Terapeuta Somatic Experiencing y EMDR.